La adsorción es un proceso en el que uno o más componentes de una mezcla, gaseosa o líquida, se adhieren a la superficie de un sólido, separándose así del componente principal. Esta tecnología normalmente se emplea cuando necesitamos controlar o recuperar emisiones de compuestos orgánicos volátiles (VOC) y otros gases peligrosos a la atmósfera. Es especialmente útil en situaciones donde la corriente de gas a tratar es pequeña y los contaminantes se encuentran diluidos (hasta 100 ppmv) lográndose eficiencias de hasta el 99 %(w/w).
El carbón activado es un absorbente muy común y con un espectro de aplicaciones muy amplio: controlar VOC y otras emisiones de gases peligrosas procedentes de tanques y depósitos de almacenamiento de productos químicos, venteos en refinerías, industria química en general, control de emisiones de sulfuro de hidrógeno y VOC en plantas de tratamiento de aguas residuales o residuos sólidos urbanos… También se usa en combinación con otras tecnologías menos efectivas, como la biofiltración, para aumentar el rendimiento del proceso.
Los equipos e instalaciones asociadas a los filtros de adsorción se diseñan con una vida útil de entre 15 y 25 años. Los sistemas de filtración destinados a entornos con gases corrosivos como ácido sulfhídrico, ácido clorhídrico u otros gases ácidos tienen una esperanza de vida más corta debido al impacto que la corrosión tiene en los materiales empleados en la fabricación de la carcasa del filtro, soportes del lecho filtrante, ventilador y conductos.